Principios de lo visual en lo digital

Principios de lo visual en lo digital

La imagen está más viva que nunca, o al menos esa sensación da si uno observa Internet: circula a una velocidad mayúscula en las redes digitales, aparece en Blogs acompañando al texto, desaparece en publicaciones que fueron señaladas como impropias en un medio social (desnudos en Facebook, por ejemplo), y sobre todo, se crea y multiplica exacerbada mente en la versión favorita de los internautas: selfies, belfies, usfies, esto es, toda fotografía antropocéntrica, que se centre en el humano desde lo narcisista o reflexivo (según sea el caso).

En definitiva, debido a Internet y el surgimiento de los medios sociodigitales, como lo dice Sánchez, ha habido una transformación expansiva de la imagen: dejó de ser una figura centrípeta del lo virtual, pasando a ser el emblema preponderante. E incluso más que una simple imagen, se le puede considerar una práctica social cargada de significados y códigos que interpretan los involucrados digitalmente y, en especial, que configura la cultura y la vida cotidiana de las personas.

Sin embargo, en esta red rizomática la forma de entender las imágenes ha cambiado, y tiene que ver más con lo participativo, lo comercial y la circulación. Ya no se trata de un juego pasivo, en donde alguien propone una forma estética, un tipo de significado o una manera de exponer su obra. Como lo dice Sánchez (2013), las imágenes ya no sólo son un producto dirigido a la contemplación, al consumo pasivo, comienzan a ser el principal canal de agrupación, de socialización, de interpretación social. Se podría decir que se trata de un régimen de congregación, en tanto permiten orientar puntos de vistas colectivos.

En suma, las redes sociodigitales difuminan un poco las dinámicas estilo museo en donde, en la medida de lo posible, se controlaba la forma de presentar la obra y los significados que emanaban de esta. Ahora, la circulación y la edición son dos modos de ser de la imagen, lo cual, nos habla más de un proceso más colaborativo y polisémico, de un proceso multidireccional y no unidireccional. La imagen está anclada ya a procesos en red, al grado que si se desea interpretar la información o cultura visual digital se tiene que considerar los siguientes puntos:

1) La imagen no tiene una ontogénesis: el “origen real” poco importa (y es difícil reconocerlo) para determinar su función y el significado social. Además no existe un proceso evolutivo establecido que determine la significación original de la imagen.
2) La imagen está sujeta a una transformación continua tanto de forma como de sentido: la continuidad y perdurabilidad de su significado es una falacia por los procesos de apropiación y edición en lo digital.
3) La imagen pervive de un proceso de clonación permanente.
4) La imagen es efímera, es decir, no tiene un cuerpo digital estable.
5) La imagen no es gestionaba debido a su alto volumen en circulación: más que pensar que por sí sola proyecta su significado, o que existe un ser que gestiona lo visual, en digital la circulación es la gestora.
6) La imagen nace de la influencia de la producción comercial de lo visual: Internet está atravesado por lógicas comerciales, de modo que cualquier publicación está impregnada de esta tendencia.

En síntesis, de la exposición a la circulación rizomática. La imagen ya no es la que dicta su significado, el creador único poco importa en la distribución del significado. La participación en Internet obedece a la redistribución de la información añadiendo comentarios o haciendo circular la información en otros entornos digitales. Proceso que produce que el significado sea siempre cambiante, y sobre todo, que el carácter de la imagen se extienda no sólo a la circulación, sino a los comentarios y reacciones (like, share) que se producen en su acontecer y devenir.

Referencias: Winocur, R. & Sánchez, J.A. (coord.) (2015).  Redes sociodigitales en México. DF: Consejo Nacional Para las Culturas y las Artes. Aeon counter – do not remove